Mis talentos por tus denarios

El talento está de moda. Es el equivalente a lo que hace unos años suponía, en términos de CV, tener un Máster y dos carreras.

El talento es el ‘it boy’ de esta nueva era. Es lo que te proporciona la diferenciación necesaria para acceder a tu propio nicho de mercado; el arma que hará que las empresas salgan de esta crisis; la clave de tu desarrollo personal y profesional… El talento lo es todo; es algo tan escaso y a la vez, tan abundante; algo tan etéreo e intangible, que no se sabe (o no se quiere o no se puede) medir. Y aquí es donde surge el problema.

Infografía sobre el trabajo gratuito

¿Debería trabajar gratis?

En ese intento desesperado por formar parte de esta nueva sociedad del talento, desplegamos nuestros encantos (con mayor o menor tino) ante quien sea. Porque nunca sabes dónde está tu oportunidad de brillar, de demostrarle al mundo lo mucho que vales. Es en ese punto, donde empezamos a perder enteros. Nos difuminamos en la frontera entre dar a conocer nuestro talento y regalarlo; entre dar la prueba y servir, a mesa puesta, primer plato, segundo, pan, vino, café y postre.

Olvidamos que, si hemos tenido la suerte (previo complejo proceso de experiencias) de identificar nuestro elemento y convertirlo en nuestra actividad principal, lo justo es rentabilizarlo, ponerlo en valor.

Y, al menos en el campo de la Comunicación (que es el que yo conozco), no lo estamos haciendo. Veo ejemplos por todas partes. Yo misma, quizá de un modo inconsciente y bajo la premisa de “sembrar para recoger”, lo he hecho. Dar lo que sabes, en un intento de no quedarte quieta, de probar y probarte, sin pararse a pensar si, quien pide o recibe, estaría dispuesto luego a pagar por ello lo que vale. Pero, a fin de cuentas, ¿por qué habría de pagar por algo que ha obtenido gratis (o casi gratis, que es aún peor)?

No estoy yo para juzgar a nadie. Cada situación es única y pienso que no es lo mismo colaborar con algún amigo, causa o entidad que te motiva, por las razones que sean, que aceptar sutiles chantajes en forma de promesas que brotan como champiñones, al amparo de esa excusa universal llamada CRISIS.

Es lo malo de intentar aplicar nuevas fórmulas de desarrollo a un sistema antiguo, que se resiste a soltar el cetro. A sus valedores, por un lado se les llena la boca hablando de la necesidad de un cambio, y luego (cuando se acaba el posado para la foto), siguen a la suya, sacando provecho de las circunstancias.

Por eso creo que, si estás dispuesto a regalar tu talento, es mejor que te lo regales a ti mismo. Sé tu inversión, tu propio cliente, tu principal beneficiario. Tú sabes mejor que nadie el esfuerzo que te cuesta elaborar un texto bien escrito, diseñar un logo, preparar un taller formativo o una charla. Y como tal, deberíamos ser capaces de valorarlo, de valorarnos.

De lo contrario, corremos el riesgo de que el resultado de nuestro talento, o sea, nuestro trabajo, se vea como un asuntillo menor; una fruslería por la que, en todo caso y, con suerte, se pague la voluntad. Para eso, casi mejor el trueque.

15 comentarios en “Mis talentos por tus denarios

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  4. La clave creo que está en tus propias palabras «Es lo malo de intentar aplicar nuevas fórmulas de desarrollo a un sistema antiguo, que se resiste a soltar el cetro». Siempre habrá quien se aproveche. Quizá valga de poco pero «de todo se aprende» (la maldita frase que siempre te colocan ante una mala experiencia). Y en estos tiempos de redefiniciones creo que todos estamos aprendiendo.

    • Dices bien, Rose! De todo se aprende. Circulaba por Facebook una ilustración que decía algo así como: ‘Lo malo no es tropezar dos veces con la misma piedra, sino encariñarse con ella’. Y pienso que este nuevo contexto, es fácil perder de vista el objetivo principal, o sea, poder vivir dignamente de tu talento/trabajo. Cuando digo ‘dignamente’ quiero decir que se respete como tal (ya sin entrar a valorarlo económicamente). Supongo que aún es pronto y todavía tenemos que terminar de asumir este cambio de modelo tan brutal. Cuanto antes empecemos a hacerlo, antes estableceremos un sistema que nos permita reorganizarnos. Gracias por comentar, Rosa.

  5. Hola Susana.
    Compleja situación planteas. Te dejo mis reflexiones.
    Creo que es una situación que en primer lugar depende de nuestros comportamientos y motivaciones como personas. Hay personas muy orientadas a ayudar y servir a los demás, a dar antes que recibir, mientras que hay otras más orientadas a las tareas y los resultados, más pragmáticas, directas e impacientes.
    Teniendo en cuenta esas diferencias, las primeras serán más proclives a «regalar» su trabajo mientras que las segundas no lo harán si no hay un retorno o contraprestación a corto plazo.
    En segundo término están las circunstancias personales de cada uno, como tú apuntabas, especialmente las económicas y personales (tiempo libre, etc.)

    Creo que lo importante es que cada uno se conozca bien a sí mismo y sea muy consciente de su situación y entorno para poder definirse dónde están sus límites. A partir de ahí, lo siguiente es ser lo suficientemente asertivo para ser capaz de decir no cuando alguien nos pide rebasar ese límite.

    Yo soy más del primer perfil y muy dado a «sembrar y esperar» aunque también consciente de hasta donde. Me pasó que Infojobs me pidieron que colaborase con ellos en su blog de orientación laboral. No pagaban. Después de darle muchas vueltas decidí hacerles una propuesta con remuneración económica porque en ese caso no quería regalar mi tiempo, esfuerzo y conocimientos. No aceptaron. Pero es que debemos aprender a decir NO.

    Un abrazo

    • Nacho. Ante todo, muchas gracias por tu tiempo y por acercarte al blog con reflexiones tan trabajadas. El autoconocimiento es clave, pero requiere tiempo y, a veces, sobre todo en un contexto de cambio de modelo laboral como el que nos ha tocado, ese proceso se ve alterado por condicionantes externos (que, por otro lado, también pueden convertirse en el detonante para sacar afuera algún talento dormido). Al final, cada caso es único, como bien dices, y lo importante es actuar con coherencia, siendo consecuentes con nuestras habilidades, deseos y aspiraciones.
      Gracias de nuevo por compartir tu opinión sobre el tema.
      Un abrazo 🙂

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  8. La verdad es que también estoy de acuerdo contigo y me parece muy acertada la sugerencia de redactorycorrector, la prueba la pones en tu blog y así no hay dudas pero tampoco se aprovechan.
    A mi me parece que en todo este lío hay algo importante y complicado y es que cada uno sea capaz de ponerle precio a su trabajo y aceptar que otros no lo quieran pagar. En cualquier caso estoy convencida de que el valor surge de nosotros mismos, no del precio que otros decidan dar. Eso sí…¿quien nos enseñó a valorar y ponerle precio a nuestro trabajo? ¿el mercado? ¿los amigos? ¿la competencia? ¿el psicólogo? Lo dicho…la tarea es de uno mismo, casi siempre…empezando por ahí las cosas van saliendo…
    Besos y gracias siempre por hacerme pensar 😉 Muack!

    • Gracias por comentar, Ange.
      Lo de autovalorar nuestro trabajo… Es muy complejo. Si en una profesión, tú trabajas por 20 y yo por 50, algo falla. La regulación debería exisitir y es nuestro campo reina la arbitrariedad y, a menudo el desconocimiento y el todo vale. En fin, creo que el tema es peliagudo, pero me alegro de que el post sirva para reflexionar sobre ello. Besos!
      Enviado desde mi BlackBerry de Yoigo

  9. Hola, José Luis
    Muchas gracias por comentar y compartir tu opinión al respecto. Creo que cada uno es libre de poner o no un precio económico a su trabajo ( quizá le reporte un salario emocional o beneficios de otra clase), pero lo cierto es que con esto de la crisis, mucha gente intenta aprovecharse. Y en áreas artísticas o de comunicación, parece que todo vale.

    • Gracias a ti por el post. Opino igual que tú. No todo el mundo tiene necesariamente que ponerle precio a su talento. Pero, y en consonancia con lo que decías, si uno desea ‘crear’ algo de forma gratuita, no necesita intermediarios, y menos aún, si obtienen un rendimiento económico con su labor desinteresada. Eso es lo bueno de Internet y el mundo 2.0.

  10. No podría estar más de acuerdo, Susana. Si hablamos de la creación de contenido, se ha extendido la mala costumbre de pedir artículos o posts de prueba, y sin remunerar, claro está. Algunas personas incluso se aprovechan de esta situación para cubrir sus necesidades de contenido durante meses, sin llegar a contratar ni a solicitar los servicios de ninguno de los aspirantes. La última vez que me pidieron un artículo de muestra lo publiqué en mi blog y les proporcioné, a los solicitantes, el enlace para que lo vieran. Es una práctica que recomiendo. Incluso en el caso de que el texto no guarde relación con el blog del redactor o creador de contenido, no pasa nada. Se puede borrar una vez haya sido visto por el/los interesado/s.

    ¡Saludos y enhorabuena por el post!

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